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Tres tazas (UkArg+Malvi) (one-shot)

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(Antes de leer: Aunque suelo escribir con los OCs de la comunidad Latin Hetalia, en este he utilizado los de :icondolceminerva: )
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Tres tazas

Aunque no sea humana, sigo teniendo una edad, tengo catorce años pero solo en apariencia. Incluso si estoy detenida en el tiempo, veo con ilusión la nieve caer cada invierno. Y a pesar de que mi muerte probablemente no ocurrirá en este siglo, la sangre sigue corriendo por mis venas, mi corazón se agita y puedo enfermarme. Mis síntomas no son diferentes a los de un humano normal, y yo también me educo como los niños de mi edad.

Muchos no lo entienden, y otros lo aceptan como una realidad incuestionable. Nos tratan con normalidad, pero cuando se señalan temas como la edad, se nota la diferencia entre nosotros y ellos. A veces juego con los niños de mis islas, aunque tenga más cosas por las que preocuparme no puedo evitarlo, intento no hacerlo muy a menudo.

Al terminar nuestra diversión veo que se marchan junto a sus progenitores, aquellos que le dieron la vida. No me comentan nada al respecto al ver que me quedo sola, y a lo largo de los años he escuchado a alguna madre decirle a su hijo: “las naciones no suelen tener padres”. Creyendo que no escuchaba. Suelo ver mis pies, hacer un montoncito con la nieve y luego dirigirme a mi hogar.

Los humanos nunca nos comprenderán.

Creo que escuché esas palabras hace mucho, pero no recuerdo de quién. ¿Fue de Argentina o de Inglaterra? ¿O tal vez de alguien más? No estoy segura.
Solo sé que tengo algo que me hace similar a los humanos: Yo también tengo una mamá y un papá.

Tengo un padre sobreprotector, que se preocupa por mí y que desea verme más seguido de lo que nuestra situación nos permite. Sé que me cuida, a pesar de la distancia, sé que me aprecia, por eso siempre se acuerda de mí y me llama.
Tengo una madre, su rostro lloroso está grabado en mi memoria, estoy lejos de ella pero a la vez cerca. Sé que ella me quiere mucho, posiblemente más de lo que yo algún día llegue a quererla. Recuerdo sucesos antes de esa trágica guerra y solo la veo como alguien fría y distante.

Es como si antes hubiera estado tomada de su mano…. Y sin razón me soltó, abandonándome, y cuando me perdí mi padre tomó mi mano. Pero mi madre regresó, y yo ya no quería regresar con ella.

Es triste, eso es lo que suelo pensar cuando estoy a solas en mi casa, mirando por la ventana, viendo las hojas de otoño caer. Me gusta mi hogar, no le falta nada: hay salud, comida y protección. Me gusta. A veces me siento sola porque no suelo recibir muchas visitas, por eso siempre sonrío al ver al señor Arthur llegar.

Mi tranquilo estilo de vida no se altera, y cuando hace buen clima nos permitimos tomar té afuera. Él mueve la mesa y yo ayudo con las sillas. Siempre que viene compro dulces para merendar, y los sirvo en platos de porcelana que él me regaló hace décadas. Siempre es agradable cuando tomamos té al aire libre.

Pero, recuerdo una vez en especial…

Argentina tiene prohibido entrar a mis territorios, porque siempre me causa problemas y quiere obligarme a vivir con ella. No me gusta, por esa razón casi dejo caer el plato al verla al otro lado de la reja,  mirándome fijamente. Lo que más me inquietó fue su mirada, era una mezcla entre tristeza y envidia. Puse el plato sobre la mesa, dando dos pasos hacia atrás, llamando a Inglaterra. No la odio, no le tengo miedo, tampoco quería que la echaran. No sabía qué hacer.

Cuando Arthur salió al jardín y la vio, su mirada reflejó tanta sorpresa como la mía. Era como el regreso de una madre que abandonó a su marido e hijos. Y cuando vi a Arthur acercarse a la reja para hablarle, pensé que pelearían otra vez.
Siempre es lo mismo.

Puedo vivir una vida feliz, puedo estar tranquila, pero entre papá y mamá siempre habrá peleas… y yo estaré al medio. Sé que ambos se llevaban bien en el pasado, no lo recuerdo pero padre ha hablado de esos días. Exagera los detalles, que seguramente son falsos, pero, al relatar esos días siempre aparece un brillo en sus ojos que me hace dudar que sean mentira. A veces, aunque no quiera, pienso que mi existencia fue lo que provocó todas sus actuales peleas. En ese sentido creo parecerme a un adolescente normal, en medio de las peleas de sus padres por quién tiene la custodia, quién me quiere más, quién me protege como es debido.

Por lo general, cuando pelean suelto un suspiro, aparento indiferencia. No me interpongo. Dejo en claro mi posición, me gusta estar bajo el cuidado del Reino Unido, y no deseo que eso cambie.

Debido a eso siempre termino escuchando comentarios sobre mi frialdad, si pelean por mí, si preguntan mi opinión y respondo con honestidad... siempre termino siendo vista de manera desaprobatoria por alguien. Los humanos nunca entenderán lo duro que es escuchar palabras como “las Malvinas son Argentinas”, “Malvinas no entiende lo mucho que le extraña Argentina”, “Los argentinos nunca nos rendiremos”. No lo entenderían, que estoy cansada. No seré soberana pero tengo opinión propia… y quiero que la respeten. Ellos no fueron los únicos que sufrieron. Y por favor que dejen de llamarme “Malvinas”, ese ya no es mi nombre.

Por estas emociones a flor de piel, por el miedo a estar en medio de una nueva discusión, me sorprendí…  Me sorprendí al ver que entre ellos no había hostilidad.
Padre preguntó qué hacía ahí… y madre me vio un instante, para ver luego a Arthur con el ceño fruncido y decir que quería verme, solo eso.

Entró a mis islas con su nombre humano, eso era un hecho. A veces me visita, cada dos de abril lo hace sin falta. No peleamos, a veces me habla de volver a ser territorio argentino, pero por lo general, omitimos el tema.

-Puedes acompañarnos en la hora del té.

Al escuchar a Arthur, lo miré con duda en mis ojos, estoy segura, porque me dedicó una fugaz sonrisa antes de concentrarse en mi madre.

-¿Están… seguros?

La mirada de Argentina se clavó en mí.

Aunque ella me proclame como su hermanita menor, ante mis ojos siempre ha sido como una figura maternal, pero su silueta empieza a desvanecerse con el tiempo.
Vi la súplica en sus ojos, sin atreverse a pedírmelo con palabras, eso no es normal en ella. Por lo poco que la conozco sé que es una persona extrovertida. La miré de pies a cabeza, examinándola,  como recordando algo. Asentí con la cabeza, sin despegar mis ojos de los de ella.

La vi sonreír, agradecida y con suma felicidad. Inglaterra le dijo que de inmediato le abría la puerta. En cuanto se fue saqué otra silla, agradecida porque fueran tan livianas, y cuando volví a entrar para buscar otra taza de té, los miré. Ellos siempre discuten, mis recuerdos de ellos se basan en dos personas furiosas, con los ojos llenos de odio. Pero también tengo otros recuerdos, como un día en que estaba resfriada. Recuerdo a papá hablando por teléfono en el pasillo, hablando con Agustina, preguntándole qué debía hacer conmigo enferma. Creo que perdí la conciencia, porque al volver a abrir los ojos ella estaba cuidándome, con Arthur a su lado. Y a los dos días, cuando al fin fui consciente de lo que ocurría a mí alrededor, los encontré en el suelo, tapados con una manta, abrazados y de la mano.

Tal vez hay cosas de ellos que no sé, tal vez en el fondo no se odian y solo muestran lo peor ante el resto del mundo y en privado ríen juntos, como en ese instante en que los dos creían estar solos en el recibidor. Tomé la taza y salí de inmediato, no sin antes volver a verlos. Creo haberlos visto sonrojándose, seguramente aluciné por la sorpresa.

Cuando terminé de arreglar todo, Argentina apareció afuera… la saludé como siempre, y sé que seguramente la entristecí por mi falta de entusiasmo. No sé qué espera, incluso si recibí su abrazo, no es como si fuera una madre a la cual extraño desesperadamente, me causa más nostalgia que alegría.

Ella miró la mesa y papá criticó su mala expresión, alegando que cuando ellos cenan juntos ella no protesta por el té. Empezaron a discutir, creo que por un instante se olvidaron que estaba ahí, solo  mí desconcertada pregunta de “¿cenan juntos?” logró hacerlos reaccionar. Enrojecieron, tanto que era innegable que la respuesta era afirmativa, pero ambos se empeñaron en excusarse, lo cual no me convenció, para nada.

Hubieran seguido, lo sé, por eso comenté al cabo de un rato.

-Creo que… la última vez que viniste, Argentina, me trajiste una cosa para tomar mate…y dejaste una bolsa de mate.

La vi sonreír, radiante, antes de comentar algo apenada. –Pero eso debe estar húmedo, lleva meses abierto…

Mi silenció le sacó una risa de superioridad a Arthur y a ella, un suspiro de derrota.

Lo siento, Agustina, nunca abrí tu bolsa de mate… prefiero el té ingles…

En media hora ambos tenían sus respectivas bebidas, felices. Solo faltaba yo… y empezó lo que tanto esperaba, que discutieran por lo que iba a tomar. Inglaterra insistía en que debía tomar té, como la señorita que soy, le di la razón al principio. Argentina reclamaba que debía tomar mate, incluso si ella no tomaba, porque el mate es mejor que el té. La discusión siguió… y no pude evitar sentirme como una adolescente humana que escucha a sus padres discutir sobre qué ropa debe usar o cosas así, porque estoy segura que el si prefiero el té o el mate no les importa a los padres normales. Pero claro, con las naciones estos pequeños detalles cobran más relevancia de lo que un  humano normal esperaría.

Se acercaron mucho mientras discutían, intentando intimidar al otro, así que me tragué aire y dije en un tono de voz más alto de lo normal que quería tomar leche tibia.

Ambos me miraron incrédulos, sin poder creer que no eligiera ninguno de los dos. Se miraron y empezaron a reír un poco, de manera forzada. Decían cosas como que era lo mejor, que estoy en crecimiento, que es más sano que el té, que es más sofisticado que el mate. Al menos estuvieron de acuerdo en que lo tomara, aparte, la leche con azúcar me gusta.

Merendamos sin apuro, los vi conversar, hablar de música y libros, sobre series de televisión no compartieron gustos, pero se rieron en varias ocasiones de anécdotas suyas o de sus amigos. Y yo… me reía con ellos. Cuando acabé mi leche abracé a mi oveja mientras seguíamos la conversación.

Recuerdo que el viento sopló, llevándose algunas hojas.

Miré a Arthur y pensé: Qué buen papá tengo, sabe comportarse como un caballero, aunque da miedo cuando quiere…

Vi a Agustina y pensé: Qué linda mamá tengo, aunque me da miedo cuando habla de fútbol…
Claro que ellos nunca sabrán que pienso eso de los dos, Inglaterra no sabrá que doy por hecho que es un padre para mí, y Argentina no sabrá que para mí es una madre, incluso si ya no nos vemos o apreciamos como antes.

Recuerdo acurrucarme, sintiendo la lana de mi ovejita sobre mis mejillas, se sentía muy cálido.

-¿Qué te parece a ti, Malv…..? –Abrí mis ojos, mirándola con atención. Argentina pestañó dudosa, y luego sonrió de una forma tan maternal que me sacó un sonrojo- Falkland.... –se corrigió. -¿Qué te parece esa tontería que hizo Brasil durante el partido?

Recuerdo la sonrisa de papá. No era de victoria, no mencionaría nunca ese hecho, lo sé. Estaba agradecido, porque no quería dejar de disfrutar ese maravilloso momento.
Lo que dijo mamá no tiene que ver con política, ni con rendirse, fue para hacerme feliz. Por un segundo dejó de lado su grandísimo ego por mí, lo vi en su mirada.

Volví a ocultar mi rostro en la lana, sintiendo como mi oveja se removía.

Creo que piensan que no me di cuenta, pero los vi… andaban tomados de la mano.
Realmente lo disfruté, amé ese día como ningún otro.

Amé tomar el té junto a papá y mamá.
Versión en Ingles: Link

Regalo de navidad para mi amiga :iconflopylopez:

La culpable de que me guste el UkArg xD ... hmm.... me gusto escribir esto, peude que vuelve a utilizar sus OCs en el futuro....


En cualquier caso... ESTE ONE-SHOT NO TIENE INTENCIONES DE OFENDER A NADIE.


Personajes:

Argentina (Agustina Victoria Rossi)  © :iconflopylopez:
Islas Malvinas/ Falkland Islands  © :iconflopylopez:
Inglatera (Arthur Kirkland) © Himaruya 
© 2013 - 2024 Lineil
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Maximuncad's avatar
*Se levanta y aplaude.....muy buen.... Muuuuuuuuuuuuuy Bueno!!! me dejo sin palabras!!!